La pasión del fútbol es el gol, pero el alma de la fiesta, la alegría, el sentimiento, la emoción, el amor, la fidelidad entre otras cosas es sin duda el de nuestra gran afición. La misma de los ochenta y noventa junto al relevo generacional que nos acompaña desde los inicios del siglo veintiuno. Las barras muchas veces no creen en cábalas, pero ninguno se arriesga a romperlas y sólo en la calle se ven las diferencias pues en el estadio son una gran familia. Son los mismos que consideran una traición cambiarse de equipo, pues la razón de tal argumento es que quien nace en estas tierras, siempre llevará tatuado en su alma los colores amarillo y negro. Y aunque voces agoreras pretenden manipular y confundir, esa fiel afición es inteligente y no se deja manipular. Pues aquellos que aman y respetan la institución, no entienden de horarios, no comulgan con la derrota y el fracaso, no apuestan a conservar privilegios pasados. Quien sienta de verdad la camiseta como los que cada domingo dejan su hogar, sus familias y sacrifican esos momentos con sus seres queridos por estar gritando y apoyando a nuestro equipo atigrado, indudablemente representan al gentilicio tachirense, simplemente no ofenden y hieren, aunque a veces se excedan en sus reclamos. Por ello nuestro homenaje a los miles de consecuentes hinchas que nunca abandonan, esos que exigentes en la derrota son justos y agradecidos ante la victoria.
Foto y Texto: Gennaro Pascale
